Una reflexión de Tarantela, de Abril Castillo
Los hermanos son, en alguna medida, salud o enfermedad. Un personaje de Cortazar le ponía ache a las palabras para dejar de sentir dolor. En Tarantela, Abril y su hermano quitaron las “haches” de su vida, pues no había razón para sentir dolor entre ermanos.
¿De que nos curan los ermanos?
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Son el caldo de pollo que siempre le hace bien al alma. Son el motor para no quedarse parado a media calle, a media vida. Son en quienes siempre encontrarás un abrazo, una sonrisa y un golpe de amor, pues es con los ermanos donde un zape significa te quiero. Los ermanos nos curan de las bromas ajenas, pues crecemos con las suyas. Nos curan de la anorexia, pues nos comemos su comida. Nos curan de la obesidad, pues se comen nuestros panes.
Nos curan de ser lentos, ya que siempre nos están persiguiendo. La seriedad se aleja con los ermanos, y las risas nacen con ellos. El chantaje también nace en la ermandad. Saber negociar se vuelve de vida o muerte.
Así que, ¡gracias a la vida que me dió unas ermanas para curarme de los males de la vida!
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