En el Seminario de Filosofía Antigua, estamos viendo a los sofistas. Todo bien. Lo interesante vino cuando nos dimos cuenta que son, de manera exacta, lo opuesto a Sócrates. Por lo menos, el Sócrates que nos cuenta Platón. ¿Habrá sido esa la verdad?
Todos los escritos que hablan acerca de los sofistas, mencionan que eran personas que llevaban vestidos y ornamentos como si se tratara de un personaje de Fornite. Anillos, collares, ropa púrpura, y demás era lo normal en un sofista reconocido.
Era una consecuencia de lo caro que cobraban. Traducidos a pesos mexicanos, era una colegiatura trimestral del Tec de Monterrey, o incluso más, lo que cobraba un sólo sofista por una sola clase. A cambio, te enseñaban a ganar un juicio, a pronunciar discursos para que nadie dudara de ti o, como Dionisiodoro, te enseñaban lo que quisieras. Todo en torno a la polis.
Gorgias, Protágoras o Trasímaco, por mencionar algunos, eran muy buenos en lo que hacían. Hipias enseñaba a tener buena memoria; Gorgias incluso hizo un Encomio a Helena como una muestra que podía ganar cualquier caso que le dieran. No era gente mala como lo muestra Platón.
Sócrates, el personaje, representa toda esa contraparte del maestro. Él no vestía más que una misma túnica, no se bañaba, iba descalzo, no cobraba y ni siquiera se consideraba un maestro. Alejándose de todo ornamento sofístico, Sócrates podía poner en jaque a cualquier persona, especialmente a los sofistas. De ahí que lo Bueno sea algo alejado de las riquezas y más cerca del conocimiento.
Todo esto me recuerda a los movimientos contraculturales del siglo XX, sobretodo en la música. El rock nació, entre muchas otras ideas, como un estilo musical que mostraba que la música se podía hacer sin necesidad de violines, contrabajos, piano, chelos, etc. Bajo, bateria, guitarra y voz, dice AC/DC.
¿Sócrates es la contracultura de los sofistas? Parece que sí. O por lo menos eso parece que es en los diálogos de Platón.
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